El Real Madrid de CR7 es un ciclón

46 años, que se dice pronto, han tenido que pasar para que la parroquia merengue presencie dos goleadas seguidas por seis goles o más. Al 6-1 que se llevó el Depor en el zurrón le ha seguido otra tunda de idénticos guarismos aunque diferente rival, un Racing que pasaba por allí y ha acabado escaldado.

Venía el Racing con la lección bien aprendida y las mejores intenciones posibles. Línea de cinco atrás y trabajo a destajo para taponar una posible hemorragia de goles, pero ni por ésas. Entre otras cosas porque hay poco que hacer cuando un rival te 'enchufa' sus tres primeras ocasiones de gol.

Cristiano Ronaldo acaparará portadas tras anotar cuatro goles por primera vez en su carrera profesional, pero se podría escribir un poemario completo a mayor gloria de Di María

Así está el patio, que va a reventar de flores. Al Madrid errático y fallón de Mallorca y Valencia le ha sucedido un equipo de voracidad infinita y pegada descomunal, que devora rivales como si fuera el mismísimo Saturno.

El cuarteto ofensivo diseñado por Mourinho lleva ya unas cuantas sinfonías y no hay instrumento que desentone en la remozada orquesta merengue. Cristiano Ronaldo acaparará portadas -más que merecidas- tras anotar cuatro goles por primera vez en su carrera profesional, pero se podría escribir un poemario completo a mayor gloria de Di María.

El argentino estuvo sembrado -torero se dice por estos lares-. Dio, repartió, construyó, inventó... enamoró, en definitiva. Acercó un poquito más el Bernabéu a las Ventas con pases de todos los colores -incluida una joya de rabona- y remates hasta de chilena. Tan metido acabó en el traje de luces que se tuvo que ir 'corneado' antes de tiempo por culpa de los clásicos calambres. Olé por él.

CR7 no le anduvo a la zaga. El portugués parecía pelado con el mundo hace apenas unas pocas semanas y ahora podría entonar perfectamente una de las canciones más emblemáticas del brasileño Roberto Carlos. Ya saben, aquella que reza 'yo quiero tener un millón de amigos...'. Porque ahora le sobran los socios, empezando por Higuaín. Luso y argentino han conformado una de las sociedades más prometedoras del fútbol mundial. Veremos hasta donde llega.

Un billar en el Bernabéu
El devenir del partido merece unas líneas, faltaría más, pero quédense con los detalles. Durante media hora, el Bernabéu fue una mesa de billar. Pase medido de Di María y gol de Higuaín, pase medido de Higuaín y gol de CR7, pase medido de Özil y nuevo gol de CR7. Las carambolas merengues desarbolaron a un Racing superado por las circunstancias y que sólo se atrevió a toser en los minutos finales del primer acto merced a un remate de Rosenberg que Pepe desvió a córner.

Este Madrid tiene muchos deberes atrasados y además se divierte 'torturando' a sus rivales. Sólo así se entiende la andanada de ocasiones que presidieron el segundo acto

Otro equipo se hubiera echado una siesta, tan merecida como reconstituyente, pero este Madrid no. Este Madrid tiene muchos deberes atrasados y además se divierte 'torturando' a sus rivales. Sólo así se entiende la andanada de ocasiones que presidieron el segundo acto. Llegaron tres goles más pero bien pudieron ser cinco.

Otro pase de Di María sirvió en bandeja el cuarto a CR7, mientras que el quinto llegó de penalti pero con los mismos protagonistas. Özil cerró el 'set' con una diana marca de la casa -clase y definición-, mientras que Diop maquilló la afrenta merengue con un tanto de rebote, pues el potente remate del centrocampista racinguista tocó en la espalda de Rosenberg antes de superar a Casillas.

La fiesta había terminado, por más que Canales y Benzema intentaran sumarse al sarao. Hasta Cristiano pudo lograr un quinto tanto tras un regalo de Pedro León, pero Toño puso freno a la codicia del luso.

Al final, aplausos y gestos de satisfacción en un Bernabéu que se relame de gusto pensando en lo que le espera esta campaña. Falta un mundo para alcanzar las cismas, pero los cimientos, y ya no hay nadie que lo discuta, no pueden ser más firmes.