domingo, 31 de enero de 2010

Guti ejerció de genio

Hay jugadas que sólo admiten el cielo o el ridículo. Pienso en el escorpión de Higuita o en el penalti de Panenka, acciones que han inmortalizado a sus autores pero que pudieron haberlos matado allí mismo. Al observarlas nos admira tanto la ocurrencia como el riesgo. Y esa misma vertiginosa admiración volvimos a sentir anoche. Sucedió que Guti tenía un balón para fusilar al portero y aquello le pareció demasiado fácil, aburridamente convencional. De manera que en ese trance que a otros nubla, él tuvo una idea. Pensó en burlarnos, para empezar. A los defensas, al portero y al mundo en general. Así que en el segundo que cabe entre recibir y controlar, Guti miró atrás para confirmar que Benzema acompañaba la jugada. El resto fue relamerse, disimular, apuntar y, en lugar de apretar el gatillo, sacar el tacón.

El silencio que siguió fue el que nos tomamos para entenderlo. Después atronaron los aplausos de los madridistas y del mundo en general, con la excepción, quizá, de los aficionados del Deportivo. Benzema celebró el gol aunque sabía que no era suyo y Guti, padre de la criatura, lo festejó con cierto estruendo, quizá sólo le sobró eso; en estos casos lo mejor es quitarse importancia, fingir que se vive de esa forma, taconeando.

Si rebobinamos (aunque no apetece) advertimos que la jugada fue excelente, una contra iniciada por Casillas, conducida por Kaká, cuyo pase parecía asistencia y al final sólo fue excusa. Si miramos más atrás descubrimos que el Madrid ya ganaba por 0-1, absoluto dominador del partido. Ese fue el efecto de reunir a cuatro futbolistas de toque en la zona de creación: Xabi, Granero, Guti y Kaká. No hay mejor fórmula para superar la presión, para derribar maldiciones.

Desbordado. Del Depor se puede decir poco porque cayó demasiado pronto. A los cinco minutos, Aranzubía ya sumaba dos buenas paradas a tiros de Xabi y Benzema. Al rato, la defensa local fue incapaz de despejar un balón que fue de cabeza en cabeza hasta alcanzar la testa licenciada de Granero. Bien el chico, por cierto, activo, valiente, inconformista.

El gol elevó al Madrid, que siguió tocando, y achicó al Deportivo, que entendió que, 19 años después, aquella no era su noche. En ese tramo Raúl tuvo varias ocasiones que le descubrieron el óxido de la suplencia o de los años, esto no queda claro. La primera parte del Depor sólo nos dejó un arreón de Juan Rodríguez.

Y en la reanudación, lo temido. El Madrid se relajó. Seguro de la victoria, dejó escapar la ocasión de ofrecerse una goleada o dedicársela al Barcelona. Tampoco sorprendió mucho: en bastantes ocasiones el equipo carece de ese instinto asesino que no es más que sentido del espectáculo.

El resultado es que el Deportivo tomó aliento, ganó metros y, a cuatro minutos del final, rascó un penalti que más bien fue salto del ángel de Riki en presencia de Sergio Ramos. No hubo mucha intriga, pese a todo; Benzema marcó en el tiempo añadido su segundo gol. Sin embargo, la noche no fue suya. Perteneció a Guti. El genio que nos desespera tiene estas cosas. Y merecen la pena.
Ninguno de los canteranos debutó

Pese a que Pellegrini convocó a cuatro canteranos (Mateos, Mosquera, Raúl Ruiz y Rodrigo) y el resultado era franco para los intereses blancos, finalmente ninguno llegó a debutar. Mosquera calentó y estaba preparado para saltar al campo, pero Ayza Gámez pitó el final del partido.

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